martes, julio 1

Viajes

Realizar el viaje más peligroso.

Aquél en el cual sus consecuencias no podrían ser más irreversibles. Una osada introspección. Deshacerse de caretas y disfraces, lavarse la cara para eliminar ese esperpéntico maquillaje del desengaño. Aparcar a un lado todo convencionalismo, ignorando tópicos, normas sociales y códigos morales.

En este viaje el bien y el mal preestablecido pesan demasiado, por lo que no contaremos con ello. Destroza a golpe de duda toda idea concebida a gusto de los demás. Arráncate los oidos, ignora el ruido de fuera por unos segundos, y aprecía el latir de ese enferma maquinaria que se mueve bajo el atribuido romántico sentido del corazón.

Túmbate, a oscuras, que ni un solo ápice de luz pueda desconcentrarte, ni nu sólo ruido externo. Tú, tu respiración, tu latir, tus suspiros, tus movimientos involuntarios, tus tics nerviosos. Comienza el viaje, no contará con ningún peaje. Descúbrete, descúbrete a ti mismo para poder descubrir(te) al mundo.

Quitar esa capa fina de hipocresía que te cubría y aislaba.

Formar parte de algo grande, para dejar de decidir por ti mismo y por lo tanto no formar parte de algo pequeño pero no por ello menos grandioso.

Mil voces callan a una voz a contracorriente.

Un sentimiento enmudece a mil razones.

Cuando seguiste esos pasos, para llegar a encontrar algo importante, te perdiste a ti mismo. Pero no te asustes, dejaste un poco de ti allí por donde pasaste. Hiciste correctamente todo lo que te dijeron, seguiste todos los pasos para lograr sentirte bien.

Y una vez acabaste, eso y el vacio, debían de ser la misma sensación. No caminabas descalzo por miedo a lastimarte los pies, pero jamás diste un paso a tu manera. No te lanzabas a andar tu solo. sin depender de ese punto de apoyo, pero jamás disfrutaste de la satisfacción de llegar a algo por tus propios medios. No te caiste, y no sabes lo que es levantarse. No amaste sin medida jamas, por miedo al desengaño, y eso te hizo gris. No elevaste la voz más de lo esperado, sólo cuando sabias que lo que tú ibas a decir era lo que ellos querían oir, y eso enmudecio tus razones. No te atreviste a reconocerte cansado, pero dejaste que justificaran con sus razones tu verdadera razón.

No hay comentarios: