viernes, julio 18

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No conozco la diferencia entre lo que quiero y lo que me han entrenado para querer. No puedo decir lo que realmente quiero y lo que me han engañado para que quiera. Estoy hablando de libre albedrío. ¿Lo tenemos, o acaso Dios dicta y escribe todo lo que hacemos y decimos y queremos? ¿Tenemos libre albedrío o bien los medios de comunicación de masas y nuestra cultura nos controlan, controlan nuestros deseos y acciones, desde el momento en que nacemos? ¿Lo tengo yo, o mi mente está bajo el control del conjuro de Helen?

De pie, delante de un armario estilo Regencia de nogal con vetas oscuras y un enorme espejo de cristal biselado en la puerta, Helen acaricia las guirnaldas y los pergaminos labrados y dice:

-Hazte inmortal conmigo.

Igual que este mueble, viajando de una vida a otra, viendo morir a todo el mundo que nos ama. Parásitos. Estos armarios. Helen y yo, las cucarachas de nuestra cultura.

De un lado a otro del espejo de la puerta hay una rayadura vieja hecha con su anillo de diamantes. De la época en que odiaba esta basura inmortal.

Imaginen la inmortalidad, donde incluso un matrimonio de cincuenta años parecería un rollo de una noche. Imaginen ver tendencias y modas pasar a su alrededor como manchas borrosas. Imaginen cambiar de religión, de casa, de dieta, de carrera, hasta que ninguna de ellas tenga ningún valor. Imaginen viajar por el mundo hasta aburrirse de cada metro cuadrado. Imaginen sus emociones, sus amores y odios y rivalidades y victorias, desarrolladas una y otra vez hasta que la vida no es más que un culebrón melodramático. Hasta que contemplan el nacimiento y la muerte de otra gente sin más emoción que se contemplan las flores cortadas y marchitas al tirarlas.

Le digo a Helen que creo que ya somos inmortales.

(...)


Nana, Chuck Palahniuk


Terminado, por fin.


Gran lectura.


(No podía ser menos)

1 comentario:

keitaro0 dijo...

Apuntado queda para cuando me acabe la Saga de Ender y un librito muy majo sobre pirateria del Señor Daniel Defoe.

Merci.