domingo, diciembre 2

Please, be patient with me

Un día, encuentras de la forma menos inesperada un concepto que te hace darte cuenta de las cosas, y que aún sabiendo que no será entendido por nadie más...respiras. Y es que hoy me he dado cuenta, de que ló único que quise siempre, fue compartir mis rincones...













Wilco - Please Be Patient With Me

I should warn you
When I'm not well
I can't tell
Oh, there's nothing I can do
To make this easier for you

You're gonna need to be patient with me

I'm this apple, this happening stone
When I'm alone
Oh, but my blessings get so blurred
At the sound of your words

I'm gonna need you to be patient with me

How can I warn you when my tongue turns to dust
Like we've discussed
It doesn't mean that I don't care
It means I'm partially there

You're gonna need to be patient with me






miércoles, noviembre 28

don't leave me high, don't leave me dry

Recuerdo aquel extraño momento tan difuso y lejano, que si me concentro, quizás podría cambiar aquel rostro por el de cualquiera otro de vosotros... Pero se lo que pasó antes... yo caminaba tan perdida como siempre, no recuerdo el rumbo exacto, pensando y mal.pensando, arañando la vida y arrastrándome hacia ningún lugar, sin saber bien para qué.

Recuerdo que en mi reproductor de mp3 sonaba Radiohead, si, es curioso como una simple canción te puede llevar volando a cualquier lugar, cerca de quien en un momento se hizo esa canción. Es complejo, quizás. Pero la musica hace compartir. Quizás en ese momento estaba sonando también en otra parte...

En un segundo empezó a llover, todo se volvió gris, y un viento horrible me empujaba de lado a lado, me golpeé una y otra vez, y sin saber muy bien a dónde agarrarme, observaba, mientras era incapaz de salir de ese remolino, como la gente iba desapareciendo. Algunos me miraban con pena, otros alargaban el brazo, cínicos de ellos, en cuanto asomaban medio cuerpo y veían el peligro, se volvían a esconder. Recuerdo que alguien me agarró, me abrazó e intentando darme calma, me dijo que no me preocupara. Pero fué inutil.

En ese momento dejé de luchar con todas mis fuerzas, sentí que podía descansar aunque sólo fuese un segundo, me equivoqué... y algo me arrancó de esos brazos de nuevo, no se el qué... o quién. No pude volver a aferrarme y de nuevo sali volando. A partir de ese momento, no recuerdo nada más. Quizás por los golpes que recibí, no consigo recordar ni siquiera como me sentía... Abrí los ojos y me encontré tirada en el suelo, llena de cicatrices, y magulladoras, pero en calma. En una horrible, fría y solitaria calma. Miles de personas pasaban por mi alrededor, pero ni siquiera me miraban, incluso tropezaban con mi cuerpo.

No se lo que pasó, pero me sentía de vuelta de algo importante. Era como si mis peores deseos, se hubiesen hecho realidad. Alguien, o algo, había decidido no tener piedad ninguna, era como si me hubiesen arrancado las ganas de vivir, y el corazón, pero en su lugar, quizás por miedo a arrepentimientos, me habían implantado un reloj, de cuerda, el cual va marcha atrás y reemplaza al otro latido. Aunque no deja de ser apariencia.

No cumple su función vital, y poco a poco, cada parte de mi cuerpo, iría pasando a ser algo inerte. Y volveré a caer, ante los pies de toda esa gente, pero esta vez para no abrir los ojos. De momento camino entre esos cuerpos, sigue sonando la misma música, y aunque me cuesta recordar lo que sentí en aquel momento, se que lo reconocería si volviese a encontrarme con él... pero esta vez, no volvería a relajarme. jamás.


.jamás.

Igual.


Igual es que ha llegado el puto momento de decir "Hasta aquí hemos llegado", igual es que ya ha sido bastante todo este circo de lo absurdo, igual es que tengo que empezar a mandar a tomar por el culo todo. Igual es que me he cansado de que la gente se llene la boca argumentando que piensan, deciden y actuan por "mi bien".
Igual es que no teneis ni una puta lejana idea de lo que pasa por mi cabeza, ni la más remota, igual es que siempre he sido una perfecta desconocida, y con el paso del tiempo me desconoceis un poco más, por eso quizás tengo la horrible sensación de que llevais vidas dando palos de ciego contra mi cabeza. Igual es que no os merece la pena parar a escucharme un puto momento lo que tengo que decir, igual es que no os gustaría veros reflejados en mis palabras.
Igual es que sentiros importantes para alguien os hace sentir responsables. Igual es que a mi no me apetece ver como simulais poner cara de pena, y soltais cuatro tópicos inoportunos sobre la amistad, el amor, y la famila cada vez que os cuentan algo. Igual es que la navidad me pone de muy mala ostia, ya que cada año que pasa siento que son unas fechas más ridículas.
Igual es que estoy muerta de frío y el abrazo más cálido lo recibo únicamente mientras duermo. Igual debería hacer la maleta y marcharme antes de que sea demasiado tarde, si es que no lo es ya. Igual ha llegado el momento en que todo deba darme igual.

jueves, noviembre 15

This mess we're in



En muchas ocasiones he llegado a una conclusión. Es evidente que todos, desde nuestro propio pellejo, apreciamos la realidad según nos toca. Unos alardean de golpes de suerte, por ser muy afortunados cuando algo les sale bien. Y otros se tachan de mediocres e ineptos, y afirman soberbiamente formar parte de esa clase de gente que jamás tuvo, tiene ni tendrá suerte cuando algo les sale mal. Ambos se equivocan, pero no les importa. Nunca hubo algo tan placentero como sentir que la culpa o responsabilidad de todo la tienen otros, o otras circunstancias. Aterra la idea de que todo tiene su consecuencia. Causa y efecto. ¿Por qué ibamos a tener que cargar con la idea de que si tú vida es una supuesta maravilla, puede que sea, debido a méritos personales y de la gente que te rode? No...

Eso sería resultar prepotente e incluso arrogante. Pero sobre todo... ¿ Por qué ibamos a tener que cargar con la responsabilidad de sentir que si nuestra vida resulta una completa basura, puede que sea gracias a nosotros mismos ? No, en absoluto. Eso pesa tanto, como la idea de que las cosas pueden cambiar, si, pero que no lo hacen solas. Yo nunca tuve suerte, aunque muchos repiten una y otra vez que si, tampoco he tenido mala suerte, simplemente, he obtenido resultados, tanto de mis acciones, como de mis omisiones.

Nos han llenado los bolsillos de frases a través de literatura, música y cine. Nos han dicho que el tiempo no hace el olvido, ni la distancia. Que el tiempo lo cura todo, que un clavo saca otro clavo. Que a buen entendedor pocas palabras bastan, querer es poder, y que quien bien te quiere te hará llorar. Y mil estupideces similares. Y es que es cierto, ni el tiempo ni la distancia hacen olvido, lo hacemos nosotros, con nuestra cobarde elección de "vivir" nuestras vidas. Siguiendo con el refranero, podríamos decir, que esas elecciones son pan para hoy, pero hambre para mañana. Aunque siempre nos quedarán los fast food. Felicidades. Con un poco de "suerte", de esa que tanto os gusta hablar, e ingenio empresarial, en unos pocos años no conoceremos el significado de la palabra responsabilidad, y mucho menos, de la infelicidad. Seremos horriblemente felices en nuestros rebaños.

El tiempo lo cura todo, cierto es, físicamente por lo menos, cualquier entendido en medicina podría darme la razón supongo. Y un clavo saca otro clavo, claro que si, y con un poco de fuerza bruta dos clavos. Si a buen entendedor pocas palabras bastan, está claro la clase de entendedores que somos. Si el querer es poder ¿Por qué no puedo? Y si quien bien te quiere, te hará llorar. ¿Quien bien te jode, qué te hará?

Podemos hacer dos tipos de clasificaciones, por un lado, la vuestra. Es decir, los que tienen suerte, y toda su vida será un regalo divino, y los que no, los cuales vivirán a la sombra de los iluminados. Y la mía, en donde por un lado se encuentran los que hacen algo para que las cosas cambien, tanto para bien, como para mal, pero haciendo algo, al fin y al cabo; y los que, simplemente, esperan a que cambien, como si sus cortos brazos pendieran de hilos manipulados por algún extraño elemento.


Y desde mis delirios paranoicos, donde podría pasarme horas resultando absurda e incoherente, mientras que otros leen con recelo estos rollazos, y entre lineas encuentran meros intentos de resultar antitodo, y destacar dentro de lo que no se puede destacar, mientras que giran la cabeza y hace lo mismo, pero soplando a contraviento... Me voy a ver por donde sale el sol hoy. Si es que sale.





Mientras tanto, suerte.

jueves, octubre 25

Momentos c.

Pierden el tiempo escupiendo palabras, una detrás de otra, todo el día, no saben callar, no conocen el silencio, no disfrutan del silencio y no lo valoran, lo aborrecen, incluso les incomodan, prefieren ladras, escupir palabras absurdas, las adornan, han aprendido a escribir, líricas perfectas, métricas controladas, son gente con clase, con elegancia, han estudiando en colegios caros, y tienen móvil de última generación, saben de todos los artes, o eso creen, sus amistades son de papel de fumar, dan por supuestas las cosas más esenciales, no conocen lo que de verdad importa, o lo que de verdad deberia importar,.

¿Se equivocan?

Quizás no, pero no saben de lo que hablan, pero hablan, no callan, escriben sobre el amor, sobre la vida, sobre la muerte, y ni aman ni viven, y por lo tanto, nunca morirán, la estupidez es inmortal, nunca dejan de ser, se dan la razón a si mismos cada mañana, frente al espejo, repasan el último artículo de jorge bucay, y piensan que sonriendose al espejo y sonriendo por la calle, harán feliz a alguien, quizás sea así, pero es probable que esa sonrisa pase indiferente ante los desconocidos, que quizá tambien lo leyeran, o quizá no.

Creen enamorarse, viven amores de película, con escenas de anillo y rodilla en el suelo, viajes idílicos, infidelidades anunciadas, leen poemas de Becker, no saben más, y sonríen.Sonrisas indiferentes, que adornan su cara, dientes brillantes, labios carnosos, marco de su boca, pecado divino , y hablan, y hablan, critican, argumentan, y como argumentan creen tener la razón, y no hay más razón que la que su mente ve, sin embargo, no hablan de lo que saben, que es poco, pero no por ello menos interesante, aunque no saben ni lo que saben.

Que más da, saben lo que deben saber, lo que les meten por los ojos, como loros, de la A a la Z, cultura masticada, incultura vomitada, y a mi me llaman ignorante y cobarde, por callarme la boca, agachar la cabeza e intentar pasar por su lado sin que me vean, cuando les veo acercarse con paso firme y decidido, con su discurso preparado, pero no se dan cuenta que mientras ellos caminan tan de frente, su rastro queda ahí, marcando las calles y los caminos, por los que nunca iré, pero os diré una cosa, ese hilo de mediocridad apesta.

Y si...

Y si tuvieses la última palabra... ¿Qué dirías? A veces la lógica entorpece al corazón, su latir resulta inapreciable bajo los sórdidos gritos del exterior, y sólo cuando nadie nos ve, cuando nadie puede oirnos ni juzgarnos, unicamente ahí somos capaces de liberarnos de toda atadura racional, escuchar esa vocecita y empezar a entender todas esas cosas que antes nos quitaban el sueño, o los sueños mejor dicho... Todas esas cosas que nos pasaban por normales, pero nos hacían sentir pequeños e insignificantes, todo eso que nos impedía volar, caminar por encima de los sueños y hacer reales todas esas promesas en donde las palabras dejan de ser palabras, y se convierten en momentos, momentos cargados de magia, pero invisibles a los ojos racionales...

Dulce tortura

Condenados a depender eternamente, a olvidar el resto del mundo cuando el tiempo y la distancia nos situan en el mismo lugar, condenados a ser completos incompletos, perfectos imperfectos, condenados a aprender cada día un significado nuevo de la palabra 'amor', condenados a amar los hilos que nos unen y a odiar los enredos que nos separan, a comenzar las cosas sabiendo que terminarán, condenados a sufrir la más dulce de las torturas. Condenados por ser los protagonistas de una de las historias más bellas del mundo...



Aprender.

Aprendieron a ver el mundo reflejado en los ojos del otro, a no tener que abrir la ventana ni salir a la calle para conocer mundo, adictos a lenguajes sin palabras. Él se hizo experto en pestañeos, cada noche esperaba a que ella se quedase dormida, para observarla durante horas, sentir su respiración, contaba como iban acelerando los pestañeos cuando el sueño le ganaba la batalla, y llegó a ser capaz de analizar el movimiento de sus parpados mientras ella volaba de un sueño a otro, diferenciaba entre sueños y pesadillas tan solo por el rictus de su cara. Ella siempre despertaba antes que él, para ser testigo y dueña cada amanecer de su primera mirada, siempre inocente y algo perdida, sabía el recorrido que hacían sus ojos en ese primer vistazo al mundo, abría los ojos inquieto, y al verla ahí, los volvía a cerrar, y sonreía, para abrirlos de nuevo y mostrar tranquilidad... Todos esos pequeños momentos los robaban y tiraban al fondo del mar del recuerdo, lejos, muy lejos de todo, incluso de ellos mismos, allí nadie podría robarles ese momento. Se cuenta que un día se equivocaron de (a)mar, les fallaron las fuerzas, y fué en esta ocasión el temible mar del olvido el que recibió esos momentos. Cuentan que enloquecieron, tanto... que una mañana fueron encontrados en la habitación esperanza, con las manos entrelazadas y los cuerpos enredados, con los ojos muy abiertos y la mirada clavada en la del otro, pero a la vez perdidas en la nada, un par de cuerpos sin latido, y unicamente unas sábanas como testigo. Cuentan que una mañana nadaron en el mar del olvido, en busca de todo lo que allí había perdido, y sin encontrar nada, sintieron tanto miedo, y tanto frío, que pactaron no dormir nunca más para así evitar caer en el mar del olvido del otro... Y así hicieron, cuentan que pasaron días, semanas, tal vez fueron meses, hay quien dice que mil años, o quizás tan sólo unos segundos fueron suficientes para darse cuenta de que no querían vivir sin ese sentir, uno segundos fueron suficientes para decidir volar a otra dimensión, lejos de todo, lejos del mar olvido...
- ¿Crees en las casualidades?

- Ahora si.

- ¿Y qué es lo te hizo cambiar de opinión?

- Piensa un poco anda...

- Mmmm... ya se. ¿Conocernos?

- Bueno, aunque es presuntuosa, podría ser la respuesta correcta, eso también fue una preciosa casualidad, pero no, no me refiero a eso.

- ¿Entonces?

- Todo lo demás.

- ¿Todo lo demás? ¿A qué te refieres? Pero si acabamos de conocernos, no hay todo lo demás.

- Ajám, por eso.

- No lo entiendo.

- ¿Y eso importa? ¿Realmente necesitas entenderlo ? ¿O más bien crees necesitarlo?

- Se llama curiosidad.

- ¿Y donde vive?

- En la calle inquietud, es vecina de la ilusión, a menudo la visita, para que no se quede dormida, es algo perezosa...

- Diles que tengan cuidado, creo que doña Rutina está pasando revista... Pero ¿Y bien...? No has respondido a mi pregunta.

- Lo hacía con mis palabras, veamos, realmente no creo que lo necesite.

- Entonces déjalo. Y disfruta.

- Pero tú tampoco has respondido a mi pregunta.

- ¿No? Yo creo que si, pero escribiré sobre ello.

- ¿Escribirás sobre mi?

- No quieras adueñarte de algo tan grande.

- No es adueñarme, sería algo así como ser tu musa.

- ¿Mi musa?

- Si.

- Que manía de poner nombres estúpidos a las cosas más bonitas.

- A mi me parece bonito.

- Pero no deja de ser estúpido, al poner nombres, ponemos límites.

- Los límites sirven de referencia, podemos ajustarnos, o ser un poco más valientes y sobrepasarlos.

- Poner límites a la inspiración es cortar las alas a una ave, tan sólo le quedaría arrastrarse.

- Como las serpientes.

- Exacto. Dejar de ser lo que de verdad se es, para ser lo que esperan que seamos.

- ¿Siempre analizas todo?

- No, es casualidad.




Se trataba de una sensación extraña. ¿Extraña por nueva? Si. Una especie de melancolía cargada de hostilidad, de malas palabras. Sin malas intenciones, pero sin un fin concreto. Un día, sin querer darse cuenta, pero haciéndolo, dejó de sonreir al recordar toda esa parafernalia romántica que habian inventado, todo eso que adornaba los momentos más bajos y pueriles en donde se buscaban entre caricias inoportunas y besos mendigados. Dejó de hacerle gracia todo eso. Se reconoció pequeña, e insignificante, tanto que dejó de verse, no alcanzaba. No se identificaba con lo que ese espejo reflejaba. Por fin vió que ni siquiera formaba parte de su propia historia, antes protagonista, ahora secundario, o más bien marioneta, sus cuerdas estaban bajo el mando de otra vida y el mayor de los caprichosos, el destino. Como el peor de los actores se veía escupiendo palabras, daba igual el que, era siempre lo mismo. Podría recitar a cortazar, o la lista de la compra, que no encontraríamos diferencia. Un día se cansó. Se cansó de esa rutina que antes adoraba, por ser rutina compartida. Amanecer un día gris, y hacerlo bicolor, despertar con ganas de llorar, y hacerlo, pero de alegría, se cansó de las razones sin razón, de los si porque sí, de los no, porque no. Se cansó de hacer de tripas corazón cada madrugada en que sus instintos más básicos se veían atormentados y se convertían en terroristas carnales. Quizás, si hubiese robado el número exacto de caricias, no tendría que arañar mi piel buscando restos de esa calidez. Calidez que una mañana cualquiera hacía estremecer sus sentidos. Se asustaba pensando que el día menos pensado el gris volvería a teñir todo de conformismo y mediocridad, que dejaría de sentirse cómplice y testigo, recordó todo lo que le había llevado a estar donde está, y olvidó que prometió no olvidar, recordó como con el paso de los años, cada caricia parecía una diferente, no existía un sólo beso sin esa sensación, no recordaba un solo minuto de decepción. No imaginaba una manera más increible de perder el tiempo. Y se vió ante la puerta de la normalidad, sin más lenguajes sin palabras, dejando de decir lo que se siente, para sentir haberlo dicho. Juró que ese día dejaría de respirar, a la de tres...

miércoles, octubre 24

- ¿A qué viene esta tristeza ahora?

- No lo se, pero a nada bueno, seguro. Amenaza con quedarse, me temo que esta vez va para largo, ha traido equipaje para desvestir alegrías eternamente, para noche y día, para verano e invierno.

-¿Y para entretiempo? Sabes que son muy traicioneros, uno ve el sol y cree que hace calor, asomas el pico sin abrigo y una ventolada te devuelve a la realidad.

- No, pero eso ella no lo debe saber, jugaré mis cartas en las medias tintas.

-Yo creo que tienes las de ganar, mira al frente, ves la meta ¿eso no te hace animarte?

- Si, pero durante un par de segundos, lo que tardo en volver a casa y verla a ella ahí, tan elegante, dispuesta a hacerme compañía eternamente.

- Hablé con ella.

-¿ Y, te dijo cuando se iría ?

- No, me dijo que se sentía demasiado cómoda a tu lado, así, como si te gustase recostarte en su regazo para dormir.

- Es cierto, he de reconocer, que aunque es fría, tiene su olor, incluso si cierro los ojos, su tacto, es como un mar de recuerdos.

- En el que tú no haces más que naufragar.

- Pero es un mar dulce...

- De todas formas, no puede quedarse ahí para siempre.

- ¿No?

Frágil





No eran tus palabras caprichosas, esas que se contradecían, y anidaban en mi recuerdo para permanecer allí eternamente, dibujando y desdibujándote cada madrugada. No era tu tímida sonrisa a la que me gustaba provocar, ni esos besos escasos, ni siquiera tus caricias inexactas, no fueron tus ausencias, ni tús lejanas promesas... Fué tu piel, que fué mi piel...

Miedo





Se moría de frío, joder, y de miedo... Temblaba como un crío y lloraba. Lloraba, y en cada lágrima se le iba la poca vida que le quedaba. Amaneció ansioso, con una presión horrible, abrazado a la almohada, respiraba a un ritmo frenético, y el aire de esa habitación le agobiaba, ese aire era para dos... Cerraba los ojos, de vez en cuando, para comprobar si todo era una pesadilla, o no. No. No lo era. No podía creerlo. No podía perder la vida así, no podía ver marchar su vida por la puerta de atrás, con media sonrisa, y con ganas de ser vivida. Vivida por otros. Quejándose por todo, y soñando con dormir. Era horroroso, recuerdo verle esconderse tras las sábanas una y otra vez, y llorar, como nunca lloró. Se levantaba de la cama, sin hacer mucho ruido, por si ella siguiese ahí, enroscada como un gato, dormida, por si estuviese ahí, no despertarla. Era incapaz de creerselo. Tropezaba con la silla, donde esperaba encontrar su ropa, todo por no abrir la ventana, sabía que la luz a esas horas la hacía despertar de muy mal humor. Se sentaba en una esquina de la habitación, y abrazándose las rodillas, con un paranoico movimiento, lloraba. Seguía esperando a que se despertase, se diese media vuelta y entre bostezo y bostezo, le dedicase una sonrisa. Todo había perdido sentido, había perdido el norte en su cuerpo, cualquier intento de hacer algo con sentido, de ahora en adelante, sería estúpido. Se moría de frío, joder... y de miedo.






En el fondo no tomamos caminos tan diferentes. Tú eliges "noes", a mi me quedan los "sies", tú blanco, yo todos los demás, para ti lado derecho de la cama, yo me enrosco en tus espacios, tú playa, yo tu calor. Tú arañas, yo sonrío, tú eliges, yo te elijo. Pero todo termina donde empieza, quizás nunca empieza, o nunca termina. O quizás estemos andando en círculos imaginarios. Fíjate si no, haz trampas, dobla la esquina, cierra los ojos, y me verás, siempre estoy ahí. Echaremos un pulso al destino. y si nos gana, nos pintaremos desconocidos y amaneceremos desintoxicados de nosotros. Pero si ganamos... si ganamos, nos perdemos.

Urgencias.






La urgente necesidad de ser feliz a cualquier precio condiciona la calidad de los momentos que recordaremos en un futuro más o menos cercano. Intensifica las situaciones y las disfraza con argumentos que justifican cualquier torpe movimiento cargado de ansia e inseguridad, de debilidad y cobardía. El temor a la soledad entorpece el camino a la verdadera felicidad. El miedo a vivir es consecuencia de un vacío interior que magnetiza nuestros sentidos, atraiendo violéntamente otros cuerpos igual de vacíos. Haciéndolos chocar, e incluso saltar chispas. Perderse no es más que el primer paso para reencontrarse y sellar un pacto de tranquilidad y equilibrio. La urgente necesidad de ser feliz es la causa de una horrible sensación de infelicidad. Y dentro de ese caos, que cada uno juegue sus cartas como quiera, o como pueda.

Ausencias presentes.







Fué increible, era como si de repente, al girar la cabeza por un extraño presentimiento, fueses a aparecer de la nada rompiendo toda lógica de tiempo y espacio, entrando por esa puerta. Sonreirme y por un segundo bajar la mirada para clavarla en el suelo, probablemente para no perder el equilibrio debido al vértigo del momento, después volver la vista arriba y buscar algo para fumar. Era como si de un momento a otro todo eso fuese normal, te acercarias a la barra y volvierias a sentarte a mi lado como si nada... Era como si de repente en el reflejo de cualquier espejo de ese bar, vería de medio lado tu sonrisa. Era una sensación extraña, nueva, te había echado de menos siempre, pero nunca te había sentido de forma tan extrañamente paranormal, y dura, pprque por mucho que te buscara, sabía que jamás te encontraría, pero seguía sintiendo tu presencia, me atormentaba. Aquel momento dejó de tener gracia cuando no podía ver nada más que tu reflejo, ni escuchar nada más que tu susurro, congelando mis sentidos y alejándome de todo lo demás. Mientras el resto del mundo se paralizaba, e incomprendía cada gesto. Mezclé gritos con alcohol, para no oirte, me arañé la piel hasta doler, para no sentirte. Pero aún así me tocabas. Dolía, tanto, que escapé de ese lugar sin pararme a mirar ni un sólo segundo hacia atrás, sin encontrar un sentido racional a todo eso que me estaba pasando. Sólo deseando escapar. Lejos, al menos por unos instantes lograba no sentirte, y respiraba...

¿Cuál es la verdadera libertad?


Desde que nacimos, esclavos. Desde que nacimos, marionetas. Nos adoctrinan con un falso concepto de libertad. Nacimos dependientes de un cuerpo cálido, de una atención. Crecimos esclavos de todo, hemos sido los yonkies modernos. Dejamos las drogas que a ellos no les gustaban para ser dependientes de las suyas. Dependientes y pendientes, del paso del tiempo, de deseo de la belleza atemporal, de un concepto primitivo del sexo, de la idea romántica del amor. Pendientes de no caer, para no tener que pedir ayudar a la hora de ponernos en pie. Pendientes de sonreir mientras nos dan la puñalada por la espalda. Nos hicimos más fuertes, es cierto, pero a la vez más pequeños. Y distantes. Desterramos el concepto de libertad, lo sustituimos por una idea cargada de dualismos, si eres feliz y estás solo, no eres feliz. Para existir el amor han de ser por lo menos dos, y en el amor romántico, si no duermes preso de unos brazos, de nada vale lo que hace romper en latidos tu pecho. Si vives momentos preciosos, pero no los compartes, no vives. Sufrimos síndromes horribles de abstinencia debido a la escasez de nuestra droga. Y un día, sin saber cómo, te sientes libre, te condenan con la libertad. Y como perro aterrorizado que tras recibir una paliza, se queda en el mismo rincón, temblando, aunque esa puerta ya esté abierta... nos sentimos paralizados. Eternamente paralizados. Esclavos otra vez, pero esta vez de nosotros mismos.

Mentira


Partiendo de la base de que la única verdad que conoceis, vivis, repetís, como estúpidos loros adoctrinados con las alas atrofiadas, aunque no lo sepais, ya que no habeis intentado volar, es que todo es mentira. Sabiendo que cada paso que dais no son uno, sino dos, de ida, y de vuelta. Que cada error que cometeis no son uno, sino dos, el cometido y el no reconocido. Que cuando os vais jodidos, otros se quedan peor. Siendo conscientes de que si tuvieseis la oportunidad de vivir algo grande, disfrutariais plenamente de una derrota más. De que de cada dos palabras que escupís, una es mentira y la otra desearía ser verdad. De que no hay ideas propias, sino ideas apropiadas. Partiendo de que nadie dice lo que cree, y eso hace que nadie crea en lo que dice, siendo consciente de que lo único que vale la pena es la propia pena, y a veces ni eso, de que lo único que nos hace sentir realmente vivos es la proximidad de la muerte, que valoramos más lo perdido que lo vivido, que la libertad sólo se aprecia a la sombra, de que el día menos pensado es el más pensado de todos, y que si cualquier tiempo pasado fué mejor es simplemente porque ya no es. Partiendo de ahí, os invito a reflexionar, paga la casa.