- ¿A qué viene esta tristeza ahora?
- No lo se, pero a nada bueno, seguro. Amenaza con quedarse, me temo que esta vez va para largo, ha traido equipaje para desvestir alegrías eternamente, para noche y día, para verano e invierno.
-¿Y para entretiempo? Sabes que son muy traicioneros, uno ve el sol y cree que hace calor, asomas el pico sin abrigo y una ventolada te devuelve a la realidad.
- No, pero eso ella no lo debe saber, jugaré mis cartas en las medias tintas.
-Yo creo que tienes las de ganar, mira al frente, ves la meta ¿eso no te hace animarte?
- Si, pero durante un par de segundos, lo que tardo en volver a casa y verla a ella ahí, tan elegante, dispuesta a hacerme compañía eternamente.
- Hablé con ella.
-¿ Y, te dijo cuando se iría ?
- No, me dijo que se sentía demasiado cómoda a tu lado, así, como si te gustase recostarte en su regazo para dormir.
- Es cierto, he de reconocer, que aunque es fría, tiene su olor, incluso si cierro los ojos, su tacto, es como un mar de recuerdos.
- En el que tú no haces más que naufragar.
- Pero es un mar dulce...
- De todas formas, no puede quedarse ahí para siempre.
- ¿No?
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