jueves, octubre 25

Momentos c.

Pierden el tiempo escupiendo palabras, una detrás de otra, todo el día, no saben callar, no conocen el silencio, no disfrutan del silencio y no lo valoran, lo aborrecen, incluso les incomodan, prefieren ladras, escupir palabras absurdas, las adornan, han aprendido a escribir, líricas perfectas, métricas controladas, son gente con clase, con elegancia, han estudiando en colegios caros, y tienen móvil de última generación, saben de todos los artes, o eso creen, sus amistades son de papel de fumar, dan por supuestas las cosas más esenciales, no conocen lo que de verdad importa, o lo que de verdad deberia importar,.

¿Se equivocan?

Quizás no, pero no saben de lo que hablan, pero hablan, no callan, escriben sobre el amor, sobre la vida, sobre la muerte, y ni aman ni viven, y por lo tanto, nunca morirán, la estupidez es inmortal, nunca dejan de ser, se dan la razón a si mismos cada mañana, frente al espejo, repasan el último artículo de jorge bucay, y piensan que sonriendose al espejo y sonriendo por la calle, harán feliz a alguien, quizás sea así, pero es probable que esa sonrisa pase indiferente ante los desconocidos, que quizá tambien lo leyeran, o quizá no.

Creen enamorarse, viven amores de película, con escenas de anillo y rodilla en el suelo, viajes idílicos, infidelidades anunciadas, leen poemas de Becker, no saben más, y sonríen.Sonrisas indiferentes, que adornan su cara, dientes brillantes, labios carnosos, marco de su boca, pecado divino , y hablan, y hablan, critican, argumentan, y como argumentan creen tener la razón, y no hay más razón que la que su mente ve, sin embargo, no hablan de lo que saben, que es poco, pero no por ello menos interesante, aunque no saben ni lo que saben.

Que más da, saben lo que deben saber, lo que les meten por los ojos, como loros, de la A a la Z, cultura masticada, incultura vomitada, y a mi me llaman ignorante y cobarde, por callarme la boca, agachar la cabeza e intentar pasar por su lado sin que me vean, cuando les veo acercarse con paso firme y decidido, con su discurso preparado, pero no se dan cuenta que mientras ellos caminan tan de frente, su rastro queda ahí, marcando las calles y los caminos, por los que nunca iré, pero os diré una cosa, ese hilo de mediocridad apesta.

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