miércoles, febrero 11

Violencia.

"Nos encontramos ante una sociedad violenta, esto nadie puede entrar a debatirlo, pero...

¿Hasta qué punto? Eso si es debatible.

O enfocado de otra manera. ¿Qué se entiende por violencia? ¿Es la violencia un rasgo primitivo e innato en el ser humano?

El término violencia, viene del concepto de violento. Entendemos como violento, "aquello o aquél, que obra con ímpetu y fuerza, como puede ser un brusco oleaje al romper en las rocas"; también es violento "aquello que se hace contra el gusto de uno mismo", se dice violento al “mal” genio que se deja llevar por la ira, incluso se atiende como algo violento a una "situación embarazosa en la cual puede encontrarse alguien".

Pero sin lugar a dudas, haré referencia a la definición que atiende, por un lado a lo que se realiza contra el modo regular, o fuera de razón y justicia, y a aquello o aquel que está fuera de su estado, situación o modo natural.

La violencia ha llegado a convertirse un estilo de vida, o mejor dicho, de supervivencia, se ha instaurado en las aulas. La escuela, más allá de modificar o eliminar aquellas conductas consideradas violentas, o lo que es mejor, ir al motivo origen de todo esto, se dedica a reproducir estilos. Recoge alumnos educados por y para la violencia, activa y pasivamente. La escuela asume su incapacidad y transmite los mismos esquemas jerarquizantes, competitivos y desiguales, por lo tanto, violentos.

El hecho de asumir como rasgo innato y natural ser una criatura violenta, no hace sólo que se acepte y justifique cualquier acto violento, sino que se cae en el error de resignarse. Evidentemente, según esto, no se puede ir contra natura. Si alguien nace violento, lo más que podemos hacer, es no ofrecerle motivaciones para desencadenar esa furia salvaje que lleva arraigada desde hace millones de años, debido a motivos culturales.

Nos encontramos en una sociedad violenta, que avanza y se reproduce gracias a estos actos violentos. Y mientras hemos ido siendo testigos y participes de como todo ser se envenena de ella, hemos ido mirando hacia otro lado, y en vez de ir solventando aquello que reproduce tal esquema, nos hemos dedicado a sesgar, a limitar el nivel de violencia.

Ser violento si, pero hasta un punto. ¿Qué punto? El que a ellos les conviene, sin ir más lejos. Se lo suficientemente violento para que todo esto siga avanzando, pero no demasiado, que quizás pases a ser contraproducente y un “peligro” para los demás. Por lo que crearon sistemas para condenar y hacer pagar por lo realizado a todo aquel que se pasase de esa línea."


(...)



"La escuela hoy en día se siente inundada de violencia. Violencia entre los alumnos y alumnas, alumnos que olvidan el sentido del compañerismo y cooperativismo, para ser completamente competitivos, sin saber bien que desean lograr, centrándose en cuantas cabezas pisar para llegar lo más alto posible.

Violencia del profesor al alumno, posicionándose en un estatus superior, con una autoridad legitimada e indiscutible, inquisidora a golpe de sanción. Un profesor que olvida la esencia de su labor y se corrompe al respirar el poder de obrar por encima de algo o de alguien.

Violencia de ese alumno, que aún inocente siente como rechazo natural esa imposición desorbitada y ficticia, mostrando su repulsa violentamente contra esa figura o contra lo que le rodea, incluso contra él mismo.

Violencia entre los profesores, no cooperan, se contradicen, transmiten al alumnado una falta de comunicación, de trabajo en equipo. Osan a compartir con el alumnado sus míseros pensamientos negativos sobre otros docentes, transmitiendo actitudes competitivas, y destructivas.

Violencia de profesores a padres. Osando a juzgar y condenar un estilo educativo diferente. Y al revés. Padres que indignados por el mal resultado académico de su hijo, o la rotura de su pantalón vaquero, acuden a elevar la voz y golpear la mesa a pedir explicaciones, cuando son ellos, quienes deberían darlas.

Violencia de las instituciones, violencia pasiva esta vez.

Violencia de nuestros políticos, cada vez que ponen en boca la palabra educación y pedagógico, para inflar de votos sus urnas. Dando la vuelta una y otra vez al sistema educativo, para dejar claro, que lo educativo es tan modificable y dinámico, que anteponer la palabra sistema es cortarle las alas y obligarle a caminar toda su vida por el mismo camino."

(...)


"Aquí entra en juego nuestra labor, si no educativa, de guía, asumimos la labor de sino modificar, objetivo final de nuestro proyecto, acompañar en el redescubrimiento de una nueva forma de percibir la realidad. De guiar en una eliminación de trabas externas todo aquello que nos convierte en seres violentos.

Consideramos que la labor llevada a cabo previamente en diferentes centros, basada en jornadas de convivencia puntuales, guiadas por monitores especializados en resolución de conflictos, o las charlas de expertos en la materia, extensiones de jornadas escolares, etc, no han hecho sino reproducir, fomentar esta competitividad, este sentido de sumisión al interlocutor.

Y lo sentimos como contradictorio.

Ofrecemos un proyecto que nace vacío en el sentido de forma, tenemos una maleta llena de valores, ideas y sentimientos que compartir, pero siempre, y esto es requisito fundamental, desde una posición de igual a igual.

Ofrecemos un grupo de trabajo, que de forma casi innata, vaya asumiendo responsabilidades grupales por iniciativa propia, que asuma como suya cada acción o palabra emitida. Que entienda el grupo, como un equipo completamente justo y equitativo, en dónde desde un principio, no exista una sola persona que vaya a obtener ningún tipo de privilegio, más allá del que el grupo decidiera darle en determinado momento.

El adulto ha de entender que sus exigencias y peticiones hacia el niño son estructuras jerarquizadas de nivel superior y que el niño tiene derecho a no comprenderlas, por lo que para empezar, el adulto ha de deseducarse de esas estructuras y ser consciente de que esas exigencias son necesarias para la defensa de su “yo” más egocéntrico, pero no son del todo justas para la otra parte.

Entonces podremos empatizar con el otro, en este caso el niño, podremos comprender sus rebeliones, sus descubrimientos, sus sueños…

A la hora de afrontar situaciones problemáticas, en caso de que por ejemplo la otra parte lleve a cabo una actitud que nos molesta o desagrada, intentaremos transmitirlo hablando de nosotros, es decir, describiendo nuestras emociones, como nos afecta, nuestros sentimientos, etc.. Esto fomentará que tarde o temprano, la otra parte comprenderá que los demás tienen otros sentimientos diferentes, y surgirá el apoyo mutuo.

Evitaremos alabanzas, calificaciones (positivas o negativas), nos referiremos a el en cuestión de acciones, no en términos personales, es decir. No diremos que bonito eres, que rápido eres. Si no, definiremos la acción que está haciendo en ese momento. Y en cuanto a castigos y represiones, hemos de entender que las trastadas son rebeliones contra algo injusto, y si en su descubrimiento del mundo comenzamos a reprimirlo, empezaremos a crear una persona sumisa, con baja autoestima, violenta e incapaz de determinar lo justo de lo injusto más que por el criterio impuesto.

Pero esto no quiere decir que no se tome medida sobre las actuaciones negativas del niño, precisamos de un colectivo asambleario, en el cual en el momento de que el niño no cumpla con una norma establecida por todos, se hablará con el, sobre si le parece injusta esa norma, analizando lo sucedido.

Los castigos son cosa del adulto, el adulto exalta su posición de autoridad e imita y reproduce la que le han ofrecido a él, saciando así su rabia e incapacidad momentanea de controlar la situación.

El objetivo general de esto, sería potenciar el sentido de grupo, en el cual exista apoyo mutuo, cooperatividad, afectividad, empatía, donde se deshagan los egos, un grupo en el cual dejará de hacer falta el uso de límites y normas externas, ya que el respeto por el otro y por el entorno surge de forma natural."


(...)

2 comentarios:

Anonymous dijo...

Interesante...

Ya no sólo eres, ahora además estás. Hasta mañana, recuperate pronto.

Utopía dijo...

Bueno.