miércoles, enero 21

No eran cosas de niños.

Aquel lugar siempre tuvo fama de ser el punto de encuentro de gente rara, o eso contaba mi hermana, aunque yo no sabía lo que significaba, o no podría entenderlo, no son cosas de niños.

O eso decían los mayores.

Yo tenía edad para escuchar todo lo que se gritaban en forma de batalla dialéctica en casa a puerta cerrada, tenía edad para muchas cosas, para ir al colégio aún muerta de sueño, tenía edad para callarme a tiempo antes de que fuese demasiado tarde, tenía edad incluso para guardar secretos. La verdad es que no se de que edad hablaban, y es que nunca me lo dijeron, aunque creo que ni ellos lo sabía, pero no tenía edad para entender ciertas cosas...

Que extraño resultaba aquel argumento para no responder a una pregunta... Con el paso de los años esa edad no llegó nunca, y el argumento pasó a ser "Algún día lo entenderás." Esa respuesta me convencía más, pero seguía sin entender que era aquello que no sería capaz de comprender...

Comprendía que papá trabajaba tantas horas, primero en aquella fábrica de coches y después en el taller de coches del barrio, que sus fuerzas flaqueaban para jugar conmigo, era normal que quisiera distraerse de todo aquello tomando aquél extraño brebaje en el bar del tio Teo. Jugaban a las cartas, veían el fútbol, y a veces se gritaban, siempre que intentaba comprender sobre que, salía la frase de "No son cosas para niños."

Nunca me dejó de sorprender... ¿Acaso un adulto va a ser quien decida el qué son cosas de niños?

Papá trabajaba tanto para que mi hermana y yo tuviesemos un futuro. Tenía que ser caro eso del futuro, hubiese preferido que papá trabajase la mitad y hubiese estado más tranquilo en casa, que ya tendríamos tiempo mi hermana y yo de conseguir un futuro de esos.

Aunque mi papá era una persona muy exigente consigo mismo, y con nosotras. Siempre nos contaba que su papá nunca fue al colegio, y que empezó a trabajar muy pequeño, y que gracias a eso, ahora teníamos lo que teníamos.

Nunca le respondía a eso, ya que el pensaba que no comprendía nada por ser aún una niña, pero... Algo no iba bien, cuando ese futuro era esto.

Teo era el tabernero, y el hermano de papá, mi mamá siempre decía que tenía dos caras, yo nunca logré ver la otra, aunque lo que si pude observar era que cambiaba mucho su forma de hablar según con quien estuviese. Pero esto pude entenderlo gracias a su hija Claudia, mi prima. Ella era casi mayor cuando empezó a ir a esa escuela, era una escuela diferente a la mía, allí se pasaban el día jugando a ser otro. Claudia decía que iba a ser actriz, y que algún día, eso la permitiría irse muy lejos y hacer muchas cosas.

Nunca me dejó de sorprender esa ansia de marcharse y dejarnos a todos aquí... ¿Acaso aquú no se podían hacer esas muchas cosas?

Pero lo que os iba contando, gracias a Claudia, entedí que mi tio Teo era también actor, eso formaba parte de su trabajo en el bar, mostrarse amable, incluso gracioso, con los clientes. Pero él no era así. Recuerdo un día que Claudia me dijo que le odiaba. Pero como buena actriz que era, él debía de creer lo contrario, era nuestro secreto.

Lo que significaba odio, me costó algún tiempo entenderlo.

Pero un día lo vi muy claro.

Aunque esto, os lo contaré otro día.


(...)

1 comentario:

Anonymous dijo...

No soy tan desastre, o si, pero dentro de mi desorden, hay orden.

; )

One kiss.