sábado, enero 24

"El adversario"

Y siguiendo con la teoría de que el mundo está enfermo, aunque muchos sigan pensando que no, o mirando hacia otro lado.

Para soportar el temporal de vientos de más de 140 kilómetros por hora, me he puesto a ver "El adversario". Está basada en un caso real, lo leí hace poco, y ya que ya había visto otra versión, española esta vez, llamada "La vida de nadie", pues tenía curiosidad.

Y bueno, como película no está mal, sin más. Eso si, consigue transmitir esa desesperación, pena, angustia, derrotismo o nosequé del protagonista mientras ve como la historia de su vida inventada tiene los días contados.

Y como realidad que es, me parece realmente enfermizo, que pena que alguien pueda llegar a algo así... Bf.

Estamos jodidos.



Sinopsis:

El 9 de enero de 1993, Jean-Claude Romand asesinó a su esposa, a sus hijos y a sus padres e intentó, sin éxito, suicidarse. Las inves-tigaciones demostraron que el intachable y respetable Romand nunca había sido médico, como sostuvo durante 18 años, y lo que es aún más difícil de creer, no era ninguna otra cosa. Su vida entera fue una imponente cons-trucción de fantasía y engaño, una demente fachada, que finalmen-te se derrumbó en una explosión de violencia y desesperación cuando su descubrimiento se hizo inevitable y su creador no pudo mantenerlo por más tiempo. Ante la perspectiva de ser descubierto, prefirió deshacerse de todos aquellos cuya opinión era más importante para él.




Caso real:


"Jean-Claude Romand, un tranquilo funcionario cuarentón de la Organización Mundial de la Salud (OMS), se levanta aquel 9 de enero de 1993 más temprano que de costumbre.

En vez de inspeccionar el césped que rodea su casita en Gex, una pequeña localidad situada a 17 kilómetros de la frontera suiza y a muy pocos más de Ginebra, mata a su esposa Florence y a sus hijos Aritoine y Caroline, de tres y siete años. Luego va a la casa vecina, la de sus padres, y también acaba con ellos. El perro tampoco escapa a la exigencia asesina del funcionario, que hoy, por una vez, no marcha puntual hacia la oficina, sino que prende fuego a las casas después de ingerir todos los somníferos que quedaban en un tubo.

Años más tarde, el 1 de enero de 2000, Enmanuel Carrére publica L’Adversarie, un libro en el que se habla de todo lo que sabemos de Jean-Claude Romand. Carrére, que es un novelista muy estimable, asistió al proceso de Romand, en junio de 1996, y desde un libro cuenta la historia de Jean-Claude Romand, que mató a su familia para no revelar lo que no era, entonces intentaba escribir sobre un personaje que no comprende.

Cuando Romand salió del coma en que le habían sumido los somníferos se encontró con un grupo de policías estupefactos: habían descubierto que Romand no era ni había sido nunca funcionario de la OMS. que nunca había terminado los estudios de medicina, que nunca había podido, pues, ejercer como médico, que no tenía trabajo alguno conocido y que su esposa, familiares y amigos estaban convencidos de todo lo contrario.

Durante 18 años de matrimonio, Romand había salido de casa cada día a la misma hora. Iba a una oficina imaginaria, que sólo existía en una postal, una crucecita puesta en una fachada con decenas de ventanas idénticas. La realidad era otra. Romand se subía al coche y se iba hasta un aparcamiento gratuito. Allí dejaba pasar las horas, dejaba que transcurriese la jornada laboral.

A veces imaginaba congresos y viajes al extranjero y eso le permitía regresar más tarde, dos o tres días después, tras visitar de manera compulsiva los sex shops o casas de masaje ginebrinas. “Una mentira, normalmente, sirve para recubrir una verdad, algo que puede ser vergonzoso pero es real. La mentira de Romand no ocultaba nada.

Tras el falso doctor Romand no hay un auténtico Jean-Claude Romand”, dice Carrére. En efecto, Jean-Claude Romand se metió en la piel de su personaje desde el momento en que no se presentó al examen de segundo curso de medicina. No lo dijo a sus padres para no decepcionarles y esa mentira exigió otras, una ficción completa, crear un personaje que sólo era su función social.

Romand creó durante 18 años una arquitectura social sobre el vacío más absoluto. Cuando una amante le reclamó el dinero prestado (nuestro hombre vivía del dinero que le dejaban sus colegas médicos para que él lo colocase en Suiza al 18%) todo el entramado se vino abajo. Pero Romand no quiso ver el terremoto en los ojos de sus padres, esposa o hijos.

Ni tan sólo en los de su perro. Por eso les mató."



http://es.wikipedia.org/wiki/Jean-Claude_Romand

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