Así transcurrían los días, uno tras otro.
Y las noches.
Y las noches.
Nació en un mundo creado por adultos.
Creció en un mundo para adultos.
Hacía muchas preguntas, cada diez minutos una incertidumbre se plantaba en su cabeza.
Y se lo preguntaba, a los adultos.
Muchas veces le pesaba tanto que tenía que echarse a descansar un rato.
Un día escuchó desde su cuarto, hablar a unos adultos, decían que tirando del hilo, llegaría al ovillo.
Y se obsesionó.
Tanto que hizo lo imposible, y deshizo lo posible.
Tirando del hilo, tirando del hilo.
No encontraba la solución.
¡De nada!
Se resignó, y se sentó, a esperar.
Y esperando respuestas, esperando señales, esperando soluciones...
Se hizo adulto.